Tipos de dispositivos
La distinción más básica
a la hora de comprar un disco duro es su emplazamiento. Puedes elegir entre un
externo o interno a un equipo. El primero es más versátil a la hora de llevarlo
a cualquier sitio y reproducir el contenido guardado en un equipo, mientras que
el segundo se queda anclado a un solo dispositivo pero aporta mayor velocidad.
Una vez decidida la
ubicación vamos a mencionar las dos clases que existen: HDD y SSD. Los primeros
son los clásicos, con partes mecánicas que generan ruido cuando están
trabajando, mientras que los segundos son más modernos, no hacen ruido y copian
más rápido.
Estas son sus
características principales, pero lo que verdaderamente diferencia a ambos es
la utilidad que les des. Por ejemplo, si solo necesitas un sitio donde guardar
archivos necesitas un HDD que son más amplios y baratos (además, son los más
indicados para almacenamiento externo sobre todo si tienen un cable USB 3.0).
Por el contrario, si lo que necesitas es una unidad desde la que ejecutar
programas con rapidez y sin importar el espacio ni el precio el disco duro que
debes comprar es un SSD. Además, estos últimos duran más.
La elección en este
sentido a la hora de comprar un disco duro es sencilla. Los HDD se dividen en
2,5 y 3,5 pulgadas dependiendo si es para un portátil o un equipo de sobremesa
respectivamente. Disponen de espacios (2 TB en portátiles y 4TB en sobremesa) y
conectores distintos. Por el lado de los SSD solo utilizan el formato de 2,5
pulgadas, aunque puedes utilizar los puertos de tamaños superiores con un
adaptador.
Características y rendimiento
A la hora de comprar tu
nuevo disco duro, junto a lo que te hemos indicado en los párrafos anteriores,
debes tener en cuenta las especificaciones de cada uno. La primera de ellas es
el espacio. En el caso de los HDD puedes optar hasta un máximo de cuatro
terabytes, mientras que en los SSD te puedes encontrar alguno de hasta un
terabyte si tu cartera te lo permite, aunque por lo general la media está en
512 GB.
Por otro lado, está la
velocidad de transferencia donde la decisión es también muy sencilla: cuantas
más revoluciones por minuto tenga mejor, siendo 7.200 RPM el máximo actual. La
memoria caché es importante para almacenar archivos temporales y puedes elegir
entre ocho megabytes y 128 megabytes como máximo.
El último factor, pero no
menos importante, es el tiempo que tardan en fallar. Como te hemos comentado
antes, un SSD tiene mucha más vida que un HDD pero debes tener en cuenta que
cuanto menos lo uses menos sufre, motivo por el cual te puede compensar el
segundo.

Comentarios
Publicar un comentario